Pocos son los que saben que en el terreno que hoy ocupa el Capitolio habanero, existió una ciénaga, dragada y convertida a mediados del siglo pasado- en el primer jardín botánico que tuvo la capital. Tampoco se conoce mucho que la ejecución definitiva de ese emporio estuvo sujeta a demorados plazos debido a su elevado costo, por un lado, y a las indecisiones políticas, por otro. Fue por fin, en marzo de 1926, cuando arrancó de una vez la construcción del Capitolio de La Habana pese a que, años antes, se habían echado sus cimientos.
El majestuoso edificio fue inaugurado el jueves 20 de mayo, en horas de la tarde, con la presencia del presidente de la República y el cuerpo diplomático acreditado en la Isla.
A cualquier transeúnte puede llamarle la atención la cúpula del Capitolio de La Habana, quinta en el mundo de estilo renacentista que, por sus proporciones y siluetas, recuerda a la Basílica de San Pedro, en Roma. La cúpula es el segundo punto más alto de la ciudad, precedido por el Monumento a Martí en la Plaza de la Revolución.
La estatua de la República de Cuba, inspirada en la modelo habanera Lily Válty, surgió de las manos del escultor italiano Angelo Zanelli, quien también la utilizó para esculpir las metópas del pórtico central.
La majestuosa escultura de bronce laminado en oro de 22 kilates, mide alrededor de 17 metros, incluyendo su base de mármol ónix antiguo egipcio. Solamente el Buda de Oro de Nava, en Japón, y el Memorial Lincoln, en Washington, superan la altura de nuestra colosal estatua.
En uno de los jardines del capitolio se encuentra una el Ángel Rebelde, único monumento de su tipo realizado en el orbe por el siciliano Buemi.. La exquisita estatua fue traída en 1910 por un legislador italo-cubano. Representa a Lucifer en plena rebeldía, no humillado y desafiando a su Creador.
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